domingo, 27 de noviembre de 2011

Yepes

Pueblo de Gonzalo de Yepes, padre de San Juan de la Cruz.

Gonzalo de Yepes era un hombre de buena familia que, habiendo perdido a sus padres de niño, fue educado por sus tíos, unos prósperos comerciantes en seda de Toledo, y colocado en dicho negocio. Otros tíos y parientes próximos eran eminentes eclesiásticos: cuatro de ellos canónigos de la catedral de Toledo; otro, arcediano de la glesia colegiata de Torrijos y un sexto, inquisidor. El que menos era médico.
...hasta el momento no ha aparecido prueba alguna de los orígenes judíos de la familia Yepes.
Parecía que el joven tenía ante sí una próspera carrera, pero al detenerse en Fontiveros, camino de la feria de Medina del Campo, se enamoró de una muchacha pobre, una huérfana llamada Catalina Álvarez que se ganaba la vida como tejedora en el pequeño telar donde él se alojó. Se casó con ella y por ese motivo sus tíos, que se sentían orgullosos de su árbol familiar, le desheredaron y rompieron toda relación con él. Abandonado a sus propios recursos, se afincó en Fontiveros, donde se adaptó a la humilde condición de su mujer y pasó también él a desempeñar el oficio de tejedor. Allí permaneció por espacio de unos doce años hasta que, pocos meses después del nacimiento de Juan, falleció a consecuencia de una larga enfermedad, dejando de este modo a su mujer y a sus tres hijos en una gran pobreza.
"San Juan de la Cruz". Gerald Brenand.
En la iglesia parroquial de San Cipriano (Fontiveros) descansan los restos de Gonzalo de Yepes y Luis de Yepes, padre y hermano de San Juan de la Cruz.


Si quieres conocer mejor este maravilloso pueblo visita:
http://es.wikipedia.org/wiki/Yepes

viernes, 25 de noviembre de 2011

el "biángulo"

Ya que no damos con la cuadratura del círculo, estamos haciendo todo lo posible por reconvertirnos en “biángulo”. Con lo que hemos presumido de pertenecer a ese “triángulo histórico y espiritual formado por Arévalo, Madrigal de las Altas Torres y Fontiveros”, frase que repetíamos de memoria con cualquier excusa, y ahí andamos, al borde de quedarnos en tierra de nadie. Justo en mitad de La Moraña, con un bagaje cultural e histórico envidiable, referente de la mística a nivel mundial y un futuro quebrado por falta de iniciativa, Fontiveros desaparece de los foros, y nadie sabe qué extraños hilos no se están moviendo para evitarlo.
A mediados de noviembre se anuncia a bombo y platillo la colaboración entre las Asociaciones “Amigos de Madrigal” de Madrigal de las Altas Torres y “La Alhóndiga” de Arévalo, con lo que ello significa en organización de eventos y desarrollo cultural. Y aún más, se contempla la posibilidad de abrir este “acuerdo” a otras Asociaciones, incluso de la provincia de Segovia. Nada sabemos, sin embargo, de que exista alguna representación fontivereña. A poco más de un año de la muestra “Las Edades del hombre”, deberían preocuparnos este “silencio” y estas ausencias tan “sonoras”. Abrimos, pues, en nuestro blog una etiqueta con el nombre de “biángulo”; es decir, lo que queda de aquel triángulo del que cada día vemos más descolgado a nuestro pueblo. No nos faltarán noticias, seguro.

sábado, 19 de noviembre de 2011

jornada de reflexión: ¿todos son iguales?

Me encontraba "reflexionando" sobre esto de la política con un grupo de amigos. Ya saben, arreglando el mundo en el día más adecuado para ello. Estas conversaciones mínimas y ya nacidas "bucleadas" que no sirven sino para perder el tiempo, que no es mala costumbre, suelen acabar con la sentencia de quien más callado estuvo durante la "pelea": "Todos son iguales".
Sin embargo, cada vez que la oigo, como un resorte vuelve un recuerdo a mi mente. Entonces hablo de este señor, pelo canoso, perilla becqueriana que le asoma al romanticismo y un interior para descifrar por partes.
Tuvimos la suerte de conocerle, cuando ocupaba el cargo de Gobernador Civil de la provincia de Ávila, gracias a nuestro trabajo y también a las actividades realizadas  por la Asociacion Cultural "Juventud ´91".
Sus dotes de negociador facilitaban enormemente todas las cuestiones de su competencia, como pudimos comprobar; su deseo de permanecer en la realidad-algo a lo que, mayormente, son ajenos los políticos-, le permitía conocer a pie de calle cómo era el trabajo de quienes estaban a su cargo; su accesibilidad invitaba a acercarse a él sin reparo, sin prejuicios, al mismo nivel, de tú a tú como a él le gustaba.
Te recibía en su despacho, sin cita previa, con un cuaderno grande de alambre como el que usan los estudiantes de secundaria, y apuntaba cuanto decías. Escribía y escuchaba, escuchaba y escribía; sabía que él no era el protagonista, sino tú y el problema que le referías. Y cuando habías acabado podía sacar otro tema, o preguntarte por otro asunto. Y cuando salías de un despacho que por el fasto no hacía honor a su humanidad, él movía todo el engranaje para solucionar ese problema. Respondía en plazos increíblemente cortos. Y eso que, entonces, la informática aún estaba en pañales.
Otras veces, cuando le llamabas para comentar algo, te invitaba a quedar en un bar próximo y resolver la cuestión tomando un vino. Y te contaba aquella vez que le paró la Guardia Civil subiendo a Gredos, o cuando desde un pueblo serrano una señora le llamó para decirle que, “se ha ido la luz y se me han estropeado los yogures”. Ni corto ni perezoso, fue al supermercado, compró los yogures y personalmente se los entregó en mano. O te hablaba de su etapa de educador con grupos difíciles.
Cuando vino a Fontiveros, invitado por la Asociación y para tratar, precisamente sobre el “Asociacionismo juvenil”, lo hizo en calidad de maestro y ajeno al despligue de autoridades y Seguridad. Llegó a “La Ermita” con cinco minutos de retraso, algo extraño en él, -que a los organizadores se nos hicieron eternos-, y entró directamente por la puerta que lleva directamente al escenario. Dicho de otro modo, la puerta de atrás. Queda de más decir que en la puerta principal estaban el Ayuntamiento en Pleno y la Guardia Civil esperando su llegada.
Habló de Asociacionismo y habló con los fontivereños de cuanto quisieron hablar; sin guión, sin censura, sin prisas. Al acabar tomamos un refrigerio en la propia Sede, pero enseguida insistió en patear las calles y fuimos a tomar un vino al “Botas”.  Por supuesto, tres pasos por detrás de nosotros iba siempre la Benemérita. Una jornada plagada de anécdotas que, a quienes ya le conocíamos, no nos causaba extrañeza. Más de una vez, si se alargaba un acto, prescindía del coche oficial y liberaba a su chófer de la obligación de permanecer allí, por mucho que insistiera en cumplir con su deber.
En definitiva, que si alguna vez oís eso de “Son todos iguales”, podéis decir que no, que al menos hay uno que no es igual, que en su etapa política no fue igual que los demás. Porque se preocupaba de los problemas de los ciudadanos y, lo más relevante, los resolvía independientemente de la importancia que tuvieran. Para él todo era importante, prioritario, fuera un tema de seguridad o los yogures de una viejecita serrana. Nuestros políticos, que tan fuera de la realidad y tan necesitados de referentes se encuentran, bien podrían echar un vistazo a su biografía. Hoy me acordé de él, y le rindo este merecidísimo homenaje a D. Carlos Vacas Belda.



jueves, 17 de noviembre de 2011

Juan de Salamanca

Al adentrarnos en la historia de la Villa de Fontiveros, no podemos eludir el hacer una breve referencia a las gestas de nuestros antepasados en la magna empresa del Descubrimiento del Nuevo Mundo.
El 7 de Julio de 1520 se produce la victoria de las tropas de Hernán Cortés sobre las aztecas en la Batalla de Otumba. Después de la "Noche triste"- 30 de Junio- Cortés, en su retirada hacia Tlaxcala, llegó con sus hombres a una llanura entre Otumba y Ajapusco. Allí le sorprendió un numeroso ejército azteca que contaba, además, con aliados tlaxcaltecas. En un primer momento el concierto entre los españoles fue general, pero Cortés, tras reorganizar con habilidad sus tropas, se lanzó junto con Sandoval, Alvarado, Olid y otro, contra el jefe del ejército apoderándose a continuación del estandarte imperial.
Inmediatamente se produjo el pánico y la desbandada entre los aztecas que, en su huída, perdieron muchísimos hombres.
Después de esta batalla, una de las más decisivas para la conquista de Méjico, el camino a Tlaxcala quedaba expedito para los españoles.
El cronista medinense Bernal Díaz del Castillo, en el capítulo XXIX de su "Historia verdadera de la conquista de Nueva España", refiere este hecho de la sigueinte forma:
"...el encuentro con el caballo que dió al capitán mejicano y le hizo abatir la bandera, un Juan de Salamanca, natural de la Villa de Ontiveros y que, después de ganado Méjico, fue alcalde mayor de Quazacualco, es el que le dió una lanzada e mató e quitó el rico penacho y estandarte que llevaba, y él se lo dió a Cortés y se lo dió Su Majestad, el tiempo andando, por armas al Salamanca".
Habiendo recibido por tal gesta el escudo de armas de manos de nuestro Rey Carlos I, el "Salamanca" fundó una Capellanía en la Iglesia de San Cebrián ( San Cipriano) de esta Villa, hecho que podemos constatar por el Libro de Fundación de la misma (1547)- pergamino- que se encuentra en el Archivo de la Diócesis de Ávila.También Ontiveros, que así se llamaba en estos tiempos, llevó al Nuevo Continente a otros muchos de sus hijos, cubriendo de gloria una página de la historia. Podemos citar a: Bernardino del Prado, Macías Rodríguez, Damián de Salazar, María de Vergara, Toribio Sánchez, Bautista de Medina, Fuste Rodríguez, Mateo Martínez, Francisco Dávila, Alonso Hernández, Francisco Rodríguez, Bartolomé Velázquez, Juan de la Caba, Altamirano...
Monumento a los conquistadores fontivereños.

sábado, 12 de noviembre de 2011

la leyenda negra del Zapardiel

De todos modos, es sabido que el Zapardiel siempre ha causado problemas de insalubridad a la "Villa de las Ferias": dice López Ossorio (cronista de la villa en el siglo XVII que a Medina "la baña, o, por mejor decir, la infecta el riachuelo Zapardiel". Unas veces por la ausencia de una corriente (de agua regular que limpie el cauce); y, otras, por culpa de las periódicas avenidas destructivas (documentadas desde 1435): a pesar de su escaso caudal, este "aprendiz de río" sufre, cada cierto tiempo, esas riadas que destruían todo lo que había en la vega; después, el agua se estancaba en zonas de represamiento provocando insalubridad y enfermedades.
Ya en 1490 se encauzó el río para evitar ciénagas y fangos. Las obras no sirvieron de mucho, pues, fue necesario repetetirlas tras las inundaciones de 1591. Pero las avenidas se repetían y, con ellas (o sin ellas), los mortíferos efectos del estancamiento del agua corrompida no dejaban de sentirse. En el siglo XVI las Reales Carnicerías de Medina del Campo (en plena edad dorada de la ciudad) soltaban todos sus desperdicios al río: hablamos de una ciudad que en aquel tiempo tenía 20.000 habitantes y que el edificio en cuestión esta en el centro urbano, no a las afueras, podemos hacernos una idea del problema).
Era tan habitual el paludismo, o las fiebres tercianas, que no se les daba importancia; hasta que, en 1788 provocaron 252 muertes (una cifra muy superior a la de nacimientos). Ese mismo año la crecida fue tal, que la plaza mayor se convirtió en una laguna, y sólo se salvaron las viviendas del cerro de La Mota (ya prácticamente abandonado). Algo parecido ocurrió en 1956, cuando muchas calles de la villa se anegaron. La última gran avenida del río tuvo lugar en diciembre de 1997: aunque el caudal no llegó a salirse de madre, la Villa estuvo toda una noche en vela y alerta.
La escasez de caudal se debe, en parte, al carácter semiendorreico de muchas zonas de la campiña. Por eso, lagunas de la tierra eran abundantes, de una importancia biológica incalculable, pero, intermitentes, descuidadas o convertidas en vertederos y, algunas de ellas, dentro del propio casco urbano, eran poco saludables, y los médicos medinenses dieron cuenta de ello en numerosas peticiones al consitorio[3]. El desecado y terraplenado de esos, llamados "lavajos" es muy antiguo (desde el siglo XVI), pero aún hoy, en el siglo XXI siguen las quejas sobre los malos olores que desprenden los que quedan. A principios del siglo XX, cuando Medina estaba mucho más deprimida que en su época de esplendor leemos este documento[4]:
"Medina del Campo, ciudad de seis mil habitantes, nunca ha tenido agua limpia hasta que, por casualidad, se ha acertado hace poco con un pozo artesiano. Fue en sus tiempos la primera ciudad de Castilla y hoy es poco más que una aldea..." (Julio Senador Gómez, Castilla en Escombros, página 128)
Y es en 1925 cuando se hace la primera obra exitosa del encauzamiento del río, renovada en el siglo XXI, ya que el ayuntamiento de Medina del Campo, inscrito en la Agenda Local 21 (que, como se sabe, pone especial énfasis en la calidad de vida de los ciudadanos y el ambiente natural) entre sus actuaciones, destaca una controvertida obra para encauzar el Zapardiel a su paso por la ciudad (por valor de 2.523.000 €) y la construcción una Depuradora de aguas que evita que los residuos urbanos viertan en el río directamente. Sin embargo, la ausencia de agua en el cauce impide su natural recuperación. Aún es pronto para juzgar la eficacia de estas y otras iniciativas.

martes, 8 de noviembre de 2011

¿Sabías que...

..Cristóbal Colón hizo varias rutas por Castilla y León?
Una de ellas parte de Fontiveros y finaliza en Salamanca, pasando por Muñosancho (Nuñosancho), Peñaranda de Bracamonte y Santa Marta de Tormes.

sábado, 5 de noviembre de 2011

iglesia de San Juan de la Cruz

Fundada hacia el año 1673 por los Carmelitas Descalzos en el sitio donde nació San Juan de la Cruz, posiblemente un 24 de Junio. Aquí trabajaba como tejedora su madre, Catalina Álvarez, y aquí conoció al toledano Gonzalo de Yepes con quien contrajo matrimonio "por amores".
Planta de cruz latina, e imitando la capilla de Santa Teresa de Jesús en Ávila, cuenta con dos capillas laterales, cúpula de media naranja, elegante linterna y enjutas de los arcos torales. Fue concluída en 1679, con un coste de 12.000 ducados. Hay frescos que representan a Santa Teresa, El Salvador, San Juan Bautista y San Juan Evangelista.El retablo mayor lo ocupa la imagen del Santo en forma estática y de puro misticismo. Es de Gregorio Hernández. En sus manos, el Santo, Místico Doctor, porta una pluma y un libro. Viste el hábito pardo y capa blanca de la reforma. Hay dos capillas laterales: San José y la Virgen de los Dolores.Se conserva el coro conventual y el órgano sin voces.
En 1991, con motivo del IV Centanario de su muerte, se restauró toda la iglesia.
En el edificio donde estuvo ubicado el Convento de Carmelitas, junto a la iglesia, se encuentra hoy el Instituto de Educación Secundaria "San Juan de la Cruz".
En 2006 se llevó a cabo la restauración del retablo. Durante este proceso, al retirar el yeso, aparecieron unas cenefas muy coloristas que recorren todo el arco que cubre el retablo. La restauración ha sido costeada en su totalidad por el propio pueblo de Fontiveros, cuyos vecinos han realizado la aportación de 24.000 euros.